miércoles, 17 de junio de 2015

17/06: Punisher Vol. 1-2



17/06: Punisher - Vol. 1-2 (160 Págs.)
Greg Rucka y Marco Chechetto – Ovni Press 2012

“Hay que matarlos a todos”, reclaman muchas personas en los medios de comunicación y, ahí mismo y sin que se dé cuenta, está soltando la fórmula que justifica el éxito de Punisher, ese “héroe” de Marvel Comics que soluciona todo con un tiro que seccione varias arterias de su víctima/victimario, cosa que al futuro fiambre no le quede ninguna chance de sobrevivir. El personaje representa lo más oscuro de la cultura del “vigilantismo” del cómic norteamericano (ese que encarnaba Batman antes de convertirse en un héroe todo terreno).
Punisher es un ángel del revanchismo. No de la justicia, sino de una ley del talión pasada de esteroides para la que el ojo por ojo ya no alcanza y recurre al diente por cabeza. Ahí está el que pide matarlos a todos (pero que lo haga otro). Lo curioso del personaje es que comenzó siendo un villano. Básicamente porque no pretende llevar a nadie a tribunales y él solito se erige en fiscal, juez y ejecutor de la sentencia. Era antagonista de Spiderman y el tiempo llevó su popularidad a cotas suficientes como para ganarle serie por derecho propio.
 Todo esto para hablar de los dos tomos sobre el personaje que publicó Ovni Press en Argentina y que corresponden a los números 1 al 7 de la edición norteamericana, publicados a partir de agosto de 2011. Los guiones corren por cuenta de Greg Rucka y el dibujo, en su gran mayoría, por parte de Marco Chechetto, con algunas intervenciones de Matthew Clark y Michael Lark. Lo interesante de esta historia es que el guionista ensaya una voltereta interesante para poder ofrecer un costado mínimamente crítico del propio personaje. El guionista no narra la historia desde la perspectiva del vengador, sino desde la de dos detectives que siguen un caso de crímenes mafiosos: casi treinta muertos en un casamiento. Rucka hace hincapié en tres cuestiones para criticar la posición de Punisher: muestra cómo el tipo se carga más gente que la misma matanza que desencadena el relato; usa la mirada de un niño para señalar lo enajenado que está el hombre, y al detective más veterano dando en una docena de viñetas bien armada una clase magistral de proceso penal. Desde luego, Rucka no puede escapar de alguna de las taras que arrastra el personaje. No puede sacarse de encima el discursito de que el tipo era “lo mejor del ejército norteamericano”, ni el de la “buena voluntad de la policía”, y entre eso y las reglas del género termina algo atado de manos. Lo que sí filtra es una cierta crítica y la puesta en duda de la legitimidad de sus acciones.
El dibujo es correcto, pero sin descollar. Tiene pasajes bien logrados y otros que transmiten la sensación de haber sido resueltos muy rápido. Conviene destacar que aporta buenos fondos (varios notoriamente trabajados desde fotografías), pero también que a veces los planos están algo forzados, con enfoques en diagonales, difíciles de comprender.
 Un cómic de Marvel pero se aleja de la tónica de los superhéroes, para coquetear con el hard boiled y esas clásicas películas de venganza. Al lector que le interesa alejarse de los cómics de héroes enmascarados pero busque tiros y acción a mansalva, tiene una opción.

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