lunes, 10 de agosto de 2015

10/08: Las Aventuras de Tintín Vol. 3: Tintín en América



10/08: Las Aventuras de Tintín Vol. 3: Tintín en América (64 Págs.)
Hergé – Juventud Editorial 2003

En 1931, fecha en que se comenzó a publicar "Tintín en América" en Le Petit Vingtième, Estados Unidos se encontraba inmersa en la gran depresión económica que siguió al crack de la bolsa de 1929, una depresión que en ese momento comenzaba a propagarse a la economía europea, ya de por sí dañada tras la Primera Guerra Mundial. En esa época, Al Capone ya se había convertido en un mito del crimen organizado en EEUU, rey de las bandas de Chicago, responsable de los negocios ilegales de juego, alcohol y prostitución en la ciudad. En el relato de Hergé, aparece como el cabecilla de una banda de gángsters que además de estos negocios extendía sus redes hasta el Congo, donde pretendía controlar la producción de diamantes. Como curiosidad hay que mencionar que es el único caso en las historias de Tintín en que aparece un personaje real con su verdadero nombre. Normalmente los personajes son siempre imaginarios, aunque a menudo inspirados en reales.

 La visión que los europeos tenían de Norteamérica a principios del siglo XX estaba plagada de admiración y esperanza por un lado y de cierto escepticismo por otro hacia un "nuevo mundo" que avanzaba demasiado deprisa y donde todo podía ocurrir. Por otro lado, el círculo religioso y conservador belga, al que pertenecía Le Vingtième Siècle, no veía con muy buenos ojos a una tierra donde el materialismo y el culto al dinero parecían imponerse a todo, y continuando con su habitual línea propagandística intentó utilizar esta nueva aventura de Tintín para realizar una crítica a esta nueva sociedad que estaba surgiendo en el nuevo continente. 
 Esta combinación de desconfianza y fascinación que los europeos tenían por el nuevo continente fue lo que llevó a Hergé a escribir sobre América, de hecho éste era su deseo desde un principio -lo del Congo fue una imposición de sus editores- y ello se refleja perfectamente en la intensidad y el interés con que escribe la historia. La simple exageración anodina e intrascendente de su obra anterior se convierte aquí en una mezcla de ironía, sarcasmo, crítica y admiración hacia lo que ocurría en los Estados Unidos: ciudades que se levantaban en pocos días, bandidos que eran respetados por la policía, indios indígenas que eran expulsados de sus territorios de mala manera, campos plagados de coches accidentados, negocios petrolíferos que surgían en unas horas, todo era posible en ese enloquecido país. En realidad parecía una recopilación de todos los tópicos que el propio cine norteamericano mostraba a la vieja Europa (gángsters, indios, vaqueros).
 Por otro lado, Hergé va evolucionando como creador de historias y ésta ya va teniendo algo más de cuerpo que las dos anteriores, "Tintín en al país de los soviets" y "Tintín en el Congo". Un capítulo especial merece el tratamiento que Hergé hace del problema indio, era un tema que le fascinaba, hasta el punto que en un principio pensó en que la historia se desarrollara exclusivamente en el mundo de los pieles rojas. Sólo su intención de mostrar lo más posible de América le llevó a incluir otra parte de las aventuras en la ciudad de Chicago. Lejos de la imagen que EEUU exportaba al mundo a través del cine (blancos buenos, indios malos), Hergé muestra un pueblo indio que era desalojado sin miramientos de sus territorios a cambio de compensaciones miserables en el momento en que dichos territorios pasaban a tener valor económico (petróleo). Hay que aclarar que en el momento en que se escribió esta historia los indios ya no poseían territorios propios, todos estaban confinados en reservas que además eran reducidas de tamaño según la conveniencia económica de cada momento y todo ello sin el más mínimo atisbo de rebelión por su parte.
 Dos días que me adentré en la historieta infanto juvenil, y me encontré con obras muy diferentes, de autores de distintas nacionalidades, pero que transformaron a su creación en un clásico universal.

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